Las copas para servir vino no son todas iguales: su forma, tamaño y apertura influyen mucho en cómo percibimos aromas, sabor y textura. Aquí tienes una guía clara y práctica:
1. Partes de la copa
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Base: para apoyar la copa.
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Tallo: se sostiene aquí para no calentar el vino con la mano.
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Cáliz: recipiente donde va el vino; su forma determina la oxigenación y la concentración de aromas.
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Boca: apertura por donde bebes; puede ser más cerrada o abierta según el tipo de vino.
2. Tipos principales de copas según el vino
A. Vino tinto
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Bordeaux (para Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec)
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Alta, amplia y con boca media.
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Permite oxigenar vinos potentes y concentrar aromas.
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Burgundy (para Pinot Noir, Nebbiolo)
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Más ancha y redonda, con boca grande.
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Favorece que vinos delicados se abran y muestren sus aromas.
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B. Vino blanco
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Estándar de blanco
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Más pequeña que la de tinto para mantener la frescura.
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Boca más cerrada para conservar aromas florales y frutales.
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Aroma intenso (para Chardonnay con barrica)
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Cáliz más grande que el estándar de blanco, favorece oxigenación de blancos complejos.
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C. Espumosos
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Flauta
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Alta y estrecha para conservar burbujas y dirigir aromas al centro.
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Tulipán
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Similar a la flauta pero con ligera curva hacia adentro; mejor expresión aromática.
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(La copa tipo “coupe” ancha no es recomendada, ya que las burbujas se pierden rápido).
D. Vinos dulces o generosos
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Copa pequeña para postre
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Boca estrecha para concentrar aromas dulces.
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Copa de jerez o porto
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Más reducida, dirige el vino al centro de la lengua para equilibrar dulzor y acidez.
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3. Consejos de servicio
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Sostener siempre por el tallo.
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Llenar solo 1/3 de la copa para permitir oxigenación.
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Cristal fino y transparente (sin tallados que oculten el color).
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Limpiar con paño de microfibra y sin detergentes con olor.
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