Aquí tienes una explicación completa sobre el vino en la alimentación, combinando su papel histórico, nutricional y cultural:
El vino en la alimentación
1. Valor histórico y cultural
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Desde la antigüedad, el vino ha sido considerado más que una simple bebida: en Egipto, Grecia y Roma formaba parte de la dieta cotidiana y de rituales religiosos.
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Durante siglos, fue una fuente segura de hidratación en zonas donde el agua podía estar contaminada.
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Su presencia en la mesa simboliza hospitalidad, celebración y cultura gastronómica.
2. Composición nutricional
El vino contiene principalmente:
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Agua (80-85%)
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Alcohol etílico (8-15% en vinos tranquilos)
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Azúcares residuales (variable según el tipo de vino)
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Ácidos orgánicos (tartárico, málico, láctico, etc.)
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Minerales (potasio, magnesio, calcio)
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Polifenoles (taninos, flavonoides, resveratrol) con acción antioxidante.
3. Aporte energético
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Calorías: Aproximadamente 70-85 kcal por 100 ml en vinos secos; más en vinos dulces debido al azúcar.
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El aporte calórico proviene casi totalmente del alcohol (7 kcal/g) y de los azúcares.
4. Efectos en la salud (consumo moderado)
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Positivos (según estudios en adultos sanos):
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Favorece la circulación sanguínea.
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Antioxidantes que ayudan a proteger contra el envejecimiento celular.
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Estimula la digestión al acompañar las comidas.
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Riesgos (consumo excesivo):
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Problemas hepáticos y cardiovasculares.
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Riesgo de dependencia.
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Incremento de calorías en la dieta.
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Moderación: La OMS sugiere un consumo máximo de 1 copa (125 ml) al día para mujeres y 2 para hombres, siempre en el contexto de una dieta equilibrada.
5. En la gastronomía
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Maridaje: El vino potencia y armoniza sabores de los alimentos (ej. vino tinto con carnes rojas, blanco con pescados y mariscos).
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Cocina: Se usa para macerar, desglasar salsas y como ingrediente en guisos, postres y reducciones.
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